domingo, 18 de noviembre de 2012

La Fonda del Gaig - "per menjar com deu mana"




En la parte alta del eixample esquerra Carles Gaig tiene situado su restaurante de cocina tradicional catalana que, como bien comentó Ferran Adriá en su momento, hacían falta restaurantes de comida catalana de buena calidad evitando el minimalismo y creatividad en los platos, que de esos ya encontramos muchos.

Una comida que se disfruta entonces por la alta calidad de la materia prima y su elaboración, pero que como local no me llamó la atención. Posiblemente la delicadeza, calidad y cercanía de los platos y el servicio no se reflejaba en el espacio. Un espacio, eso sí, moderno, elegante…pero algo típico, que podría parecerse a cualquiera de estas cadenas de restaurantes (ojo, algunas están muy bien). Lo único que, posiblemente, al ser un restaurante de alta gastronomía en mi opinión le faltaría al local en sí algo que lo caracterizara y lo hiciera más sugerente, manteniendo la sobriedad del entorno. Pero quiero destacar que el servicio es excepcional y eso, está por encima del lugar.
He estado pensado que posiblemente lo que le sucedía al local no era tanto la decoración en sí, porque como he dicho era moderna y sencilla, sino la iluminación. El local transmitía la sensación de estar en el momento comida y no de cena (ocasión en la que acudí), y eso genera un estado emocional también diferente.

Vamos a la comida... pues me hubiera pedido todo. Comida catalana de autor sin demasiadas complicaciones pero con ingredientes de primera calidad y con la referencia del chef. En la carta de vinos te pierdes; porque hay multitud de D.O. tanto catalanas como de diferentes zonas de España y puedes encontrar muchos vinos a buena relación calidad-precio que el mismo camarero te recomienda amablemente.

El servicio, cuando digo que es de calidad no sólo lo digo por la constante atención mesurada que te dedican (mesurada en el sentido de que te dejan espacio, cosa que en algunos sitios a veces no pasa), sino que lo digo también por la proximidad que transmiten y por la disponibilidad en aconsejar. Esto me parece clave en un restaurante de alta gastronomía que ofrece productos autóctonos.

Algo que resultó hasta divertido fue el silencio que se transmite al entrar, lo que provoca que se te contagie y sin querer te veas hablando casi  susurrando… por no molestar al resto de mesas. No sé si ese día se dio por el hecho de ser entre semana y que había muy pocas mesas ocupadas de dos personas, o porque el sitio en sí es siempre un templo místico de la gastronomía.

Me olvidaba de comentar el precio… es para un día muy muy especial que hayas preparado el bolsillo. Ahora sí, el precio está acorde a lo que uno come. Recomiendo las vieiras a la plancha con verduras y el tártar de atún blue fin, como tenía que ser.