El Sibar lo descubrí gracias a una persona con la que intercambiábamos recomendaciones de restaurantes, aunque en general solían ser de japoneses debido a su también gran afición a esta gastronomía (de la que ya iré deleitando con restaurantes más adelante). Pero, en este caso, me sorprendió con este encantador restaurante de comida mediterránea situado en una zona de la que siempre he desconocido locales. Esta persona me dijo: "lo que enamora del sitio es que es como estar cenando en una masía, pero con un estilo moderno en medio de la ciudad"; y, así es.
Cerca de la antigua fábrica Damm, en el Eixample Dret, encontramos una pequeña masía situada en medio de un pequeño y tranquilo parque en una zona vecinal con poca vida nocturna. ¡Eso fue lo primero que me enamoró del lugar! Adentrándome en el parque percibí a lo lejos una tradicional masía con una pequeña terraza, pero que, al adentrase uno, se veía una decoración sobria pero moderna y muy cuidada. Lo que también la asemeja a otras masías es esa situación apartada del barullo nocturno, por lo que es ideal para comidas y cenas en familia, pareja o amigos, ya que permite sentirse en un entorno más familiar y relajado. Ello se ve reforzado a su vez, por la distancia entre las mesas (sorprendentemente distante) lo que aporta más intimidad a cada mesa, cosa que muchas veces merma en muchos sitios, todo hay que decir.
A pesar de esa familiaridad, el local ofrece la modernidad y el toque sofisticado de una ciudad cosmopolita como Barcelona, a través del mobiliario sobrio y elegante dónde reina la madera, y a través de los platos que ofrecen. Mientras la sensación es de estar en una bonita y amplia masía, porque eso sí, impresionan sus altos techos, los platos sorprenden por su toque sofisticado junto al sabor tradicional de la comida mediterránea catalana. Es decir, te preparan, por ejemplo, unos increíbles berberechos al vapor con cava, que están para chuparse los dedos. Otros platos como pescados, carnes o ensaladas por ejemplo, tienen siempre su toque original.
El personal es joven, muy servicial y atento, con disposición siempre a recomendar platos al gusto del cliente. En general decir también que, se suelen hacer reservas de mesas ya que, a pesar de ser poco conocido, la gente que lo conoce repite con entusiasmo, y no se suele encontrar sitios si no se llama con varios días de antelación.
Finalmente, lo que también sorprende del lugar es su precio, ya que por el tipo de platos, el tipo de restaurante y la calidad de éstos, pagas un módico precio muy aceptable (variable en función de si uno es un sibarita del vino claro está, pero, en general, muy buena relación calidad-precio).
Para cuando buscas disfrutar de una comida creativa y elaborada, pero desconectar y disfrutar de un entorno más natural y tradicional, pero con cierta sofisticación.
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